Estás mirando una vista previa. Suscríbete a Premium para acceder al video completo: En este video aprenderás sobre la anatomía de la mama femenina, su estructura y función, y cómo el cáncer de mama puede afectarla, resaltando la importancia de la prevención y detección temprana.
¿Quieres saber sobre la mama femenina? ¡Buenas noticias! Estás en el lugar correcto para aprender de forma clara y sencilla todo sobre su estructura. En los próximos minutos conocerás su ubicación, ...
Leer más¿Quieres saber sobre la mama femenina? ¡Buenas noticias! Estás en el lugar correcto para aprender de forma clara y sencilla todo sobre su estructura. En los próximos minutos conocerás su ubicación, estructuras principales y función, y además entenderás por qué es tan importante su estudio, no solo para estudiantes de anatomía como tú, sino también para cualquier persona interesada en el cuidado de su cuerpo y la salud en general.
Al final del tutorial, hablaremos sobre un tema que nos interesa a todos, el cáncer de mama, así como algunas maneras de prevenirlo y detectarlo a tiempo. ¡Siendo esto un tema crucial para la salud pública! Así que, sin más preámbulos, exploremos la anatomía de la mama femenina.
La mama es una glándula sudorípara apocrina modificada, con apariencia conoide, cuya función principal es la producción y secreción de leche, reguladas por la prolactina y la oxitocina, respectivamente. Esta leche materna es necesaria para la alimentación del recién nacido y lactante. En la anatomía femenina, se presenta como un tejido estructuralmente dinámico que se desarrolla plenamente durante la pubertad y cuyo tamaño, forma y composición pueden variar según diversos factores como la edad, la genética, los ciclos hormonales, el embarazo y la lactancia.
Aunque tanto hombres como mujeres tienen tejido mamario, el desarrollo y la función son mucho más prominentes en el sexo femenino debido a la influencia hormonal de prolactina y estrógenos.
Anatómicamente, el cuerpo de la mama se encuentra sobre la cara anterior del tórax, en el llamado lecho de la mama, que se extiende verticalmente desde la segunda hasta la sexta costilla, y transversalmente desde el borde lateral del esternón hasta la línea medioaxilar. La base de la mama descansa sobre los músculos pectoral mayor y serrato anterior. Esta se encuentra separada de dichos músculos por la fascia pectoral y el espacio retromamario, formado por grasa y tejido conectivo laxo, que le permiten a la mama un cierto grado de movilidad sobre la pared torácica.
Una parte de la mama puede formar una pequeña prolongación, conocida como proceso axilar o cola de Spence, que se extiende por el borde inferolateral del pectoral mayor hasta la axila. ¡Por esta razón, es importante incluir la región axilar durante la exploración clínica y el autoexamen, que discutiremos más adelante!
Estructuralmente, la mama está compuesta por tejido glandular y tejido fibroso de soporte o estroma. El tejido glandular se organiza en 15 a 20 lóbulos secretores que irradian hacia el pezón. Por su parte, el tejido fibroso de soporte forma el estroma de la mama e incluye el tejido adiposo y los ligamentos suspensorios fibrosos, o de Cooper. Dichos ligamentos separan cada uno de los lóbulos y se extienden entre la fascia clavipectoral y la dermis para anclar el tejido mamario y mantener su forma.
Cada lóbulo secretor se divide en varios lobulillos, que contienen las glándulas tubuloalveolares productoras de leche. De cada lóbulo se originan los conductos galactóforos, que convergen hacia el pezón. Antes de abrirse en la superficie, cada conducto puede presentar una dilatación llamada seno galactóforo, donde se acumula la leche en las mujeres lactantes.
En la superficie encontramos el complejo areola-pezón, que es una zona especializada de piel pigmentada. La areola contiene glándulas sebáceas llamadas glándulas areolares o tubérculos de Montgomery, que lubrican y producen una secreción antimicrobiana para proteger la superficie. Por su parte, el pezón es una prominencia en el centro de la areola con múltiples orificios, donde desembocan los conductos galactóforos.
La irrigación de la mama, de manera general, proviene de ramas mamarias de la arteria torácica interna, arteria axilar y las ramas mamarias de las arterias intercostales posteriores. Por otro lado, el drenaje venoso sigue un trayecto similar, drenando en las venas torácica interna, axilar e intercostales.
Por su parte, la inervación proviene de los ramos cutáneos anterior y lateral del segundo a sexto nervios intercostales, siendo el pezón inervado específicamente por el cuarto nervio intercostal.
Pasemos ahora al drenaje linfático, que es fundamental desde el punto de vista clínico ya que es la vía principal de diseminación del cáncer de mama. Aproximadamente, el 75% de la linfa drena hacia los ganglios linfáticos pectorales y luego axilares, que drenan en los troncos linfáticos subclavios, por lo que estos ganglios son los primeros en ser removidos durante ciertas etapas del cáncer. El resto de la linfa se dirige hacia los ganglios linfáticos paraesternales e intercostales, para terminar en los troncos broncomediastínicos.
Ahora hablemos un poco sobre el cáncer de mama.
El cáncer de mama es la neoplasia maligna más frecuente en mujeres a nivel mundial y su pronóstico depende, en gran medida, del diagnóstico temprano. El diagnóstico implica tres pasos fundamentales, denominado triple diagnóstico, que consta de historia clínica, estudios de imagen y biopsia para confirmar o descartar células malignas.
Una de las herramientas más sencillas y poderosas para la detección temprana es el autoexamen de mama, que debe realizarse idealmente una vez al mes, de preferencia unos días después del periodo menstrual. Algunos signos a tener en cuenta incluyen la retracción de la piel o del pezón, cambios de color, engrosamiento de la piel con apariencia de “piel de naranja”, masas o bultos palpables y secreciones anormales. El autoexamen consta de dos pasos.
El primero es la inspección frente al espejo, donde se observan ambos senos con los brazos relajados, luego en alto y finalmente apoyados en la cintura, buscando cambios en tamaño, forma, o apariencia de la piel o el pezón. El segundo paso es la palpación con la yema de los dedos, recorriendo cada uno de los cuadrantes de la mama, así como la axila, con movimientos circulares suaves y presionando tanto superficial como profundamente en busca de bultos o áreas con consistencia diferente.
Dicha autoexploración, el examen clínico periódico y los estudios de imagen como la mastografía, también conocida como mamografía, y el ultrasonido son fundamentales. Además, conocer los factores de riesgo modificables como la obesidad, el consumo de alcohol, el tabaquismo, el sedentarismo y la terapia hormonal prolongada, así como los factores de riesgo no modificables tales como la edad, la menarquia precoz, la menopausia tardía, el hecho de no haber amamantado y los antecedentes familiares.
El tratamiento puede incluir cirugías no tan invasivas como la tumorectomía, o más radicales como la mastectomía parcial o total, así como radioterapia, quimioterapia y tratamientos adyuvantes, dependiendo del tipo de cáncer y del estadío de la enfermedad.
Y con esto concluimos nuestro recorrido por la anatomía de la mama femenina. Recuerda que comprender su estructura no solo es útil para los exámenes o la práctica clínica, sino también para la prevención y el cuidado de la salud. Es importante recalcar que el autoexamen no sustituye a los estudios de imagen ni a la exploración médica, pero sí ayuda a una detección temprana de esta prevalente condición.
Si deseas profundizar más, no te olvides de revisar nuestros artículos y unidades de estudio sobre este tema. ¡Hasta la próxima y feliz estudio!