Aprende sobre la anatomía y generalidades del oído humano.
¿Escuchas esta música? ¿Y qué hay de mi voz? Es sorprendente cómo, gracias a nuestros oídos, somos capaces de captar los sonidos y procesarlos al instante, ¿no lo crees? En los próximos minutos ...
Leer más¿Escuchas esta música? ¿Y qué hay de mi voz? Es sorprendente cómo, gracias a nuestros oídos, somos capaces de captar los sonidos y procesarlos al instante, ¿no lo crees? En los próximos minutos exploraremos la anatomía del oído y sus tres divisiones principales: el oído externo, el oído medio y el oído interno; así como sus estructuras, sus funciones y su papel fundamental en la audición y el equilibrio.
Al final de este videotutorial hablaremos sobre algunas correlaciones clínicas frecuentes relacionadas con el oído, tales como la otitis media y la pérdida auditiva, además de algunos consejos prácticos para proteger tu audición. Así que, sin más preámbulos, ¡para bien la oreja y comencemos a aprender con esta visión general del oído!
El oído externo es la primera división del oído humano y actúa como la puerta de entrada para el sonido. Su función principal es captar las ondas sonoras y dirigirlas hacia el oído medio. Está compuesto por tres elementos principales: el pabellón auricular, el conducto auditivo externo y la membrana timpánica.
El pabellón auricular, también conocido como la oreja, es la estructura visible formada por cartílago elástico y recubierta de piel. Su forma ayuda a captar los sonidos y localizar el origen de los mismos. Entre sus componentes más importantes se encuentran el hélix, el antihélix, el trago, el antitrago y el lóbulo.
El conducto auditivo externo se extiende aproximadamente 2.5 centímetros desde el orificio externo hasta el tímpano. Su tercio lateral es cartilaginoso y contiene las glándulas ceruminosas que producen el cerumen o “cera del oído”, una sustancia protectora que sirve para atrapar polvo y microorganismos. Los dos tercios mediales, por su parte, son óseos y más sensibles debido a que la piel delgada que los reviste es continua con la capa externa de la membrana timpánica.
La membrana timpánica, mejor conocida simplemente como tímpano, se ubica al final del conducto auditivo externo. Es una lámina delgada y semitransparente cuya función es vibrar al momento de recibir las ondas sonoras, transmitiéndolas hacia el oído medio. Tiene forma de cono y mide unos 8 a 10 milímetros de diámetro.
Continuemos ahora con el oído medio, que es una cavidad llena de aire situada dentro del hueso temporal y separada del oído externo por medio de la membrana timpánica, además de que se conecta con la nasofaringe a través de la tuba auditiva. La función principal del oído medio es transmitir y amplificar las vibraciones de las ondas sonoras desde la membrana timpánica hasta el oído interno.
En su interior encontramos los tres huesecillos diminutos de la cadena osicular, que forman el sistema de transmisión más pequeño del cuerpo humano. El martillo, que se articula con la membrana timpánica; el yunque, que conecta el martillo con el estribo; y el estribo, que es el hueso más pequeño del cuerpo humano y se apoya sobre la ventana oval del oído interno. Estos huesecillos actúan como una palanca que amplifica las vibraciones de las ondas sonoras. Además, el oído medio cuenta con dos músculos pequeños: el músculo tensor del tímpano y el músculo estapedio, que ayudan a proteger el oído interno de sonidos excesivamente fuertes y repentinos al reducir el movimiento de la cadena osicular.
La tuba auditiva, también llamada trompa de Eustaquio, es un conducto que conecta el oído medio con la nasofaringe y su función es igualar la presión del aire en ambos lados de la membrana timpánica. Es por eso que cuando nos subimos a un avión o cambiamos de altitud sentimos ese “clic” tan peculiar… ¡El equilibrio de presión!
Finalmente, el oído interno es la división más profunda y compleja del oído. Se localiza dentro del hueso temporal, en una estructura conocida como el laberinto óseo, que encierra a su vez un laberinto membranoso lleno de líquido llamado endolinfa. Aquí se realiza la transducción de las vibraciones mecánicas producidas por las ondas sonoras en los impulsos nerviosos que el encéfalo interpreta como sonido, y además de ser el sitio donde se regulan los mecanismos del equilibrio.
El laberinto se divide en tres partes principales: el vestíbulo, los conductos semicirculares y la cóclea. El vestíbulo es la porción central del oído interno y contiene dos estructuras sensoriales, el utrículo y el sáculo, responsables de detectar la posición estática de la cabeza y los movimientos lineales. Los conductos semicirculares constan de tres estructuras tubulares curvas, dispuestas en los tres planos del espacio: anterior, posterior y lateral. Contienen receptores sensoriales que detectan los movimientos angulares o rotacionales de la cabeza, por lo que contribuyen al sentido del equilibrio.
Por su parte, la cóclea es una estructura con forma de caracol que gira unas dos veces y media alrededor de una columna ósea central denominada modiolo. Dentro de la cóclea se encuentra el órgano espiral, también llamado órgano de Corti, que contiene las células ciliadas cocleares, responsables de convertir las vibraciones del sonido en los impulsos eléctricos que viajan por el nervio coclear hasta el encéfalo. El nervio vestibulococlear, el VIII par craneal, transporta esta información combinando las señales auditivas de la cóclea con las señales de equilibrio provenientes del vestíbulo y los conductos semicirculares.
Hablemos ahora brevemente sobre algunas de las correlaciones clínicas más frecuentes del oído medio. La otitis media es una infección que puede provocar dolor, inflamación y, en ocasiones, acumulación de líquido detrás de la membrana timpánica. Es común en niños, especialmente menores de 3 años, debido a la posición más horizontal de su tuba auditiva, que es más corta y ancha que la de los adultos, lo que dificulta la ventilación del oído medio y facilita el paso de microorganismos desde la nasofaringe.
Por otra parte, en el oído interno pueden presentarse alteraciones como la presbiacusia o pérdida auditiva por envejecimiento, que se debe a la degeneración progresiva de las células ciliadas; la laberintitis o el síndrome de Ménière, que pueden causar vértigo y pérdida del equilibrio y se deben a una inflamación aguda o a un desequilibrio crónico en la cantidad de endolinfa, respectivamente.
Es importante recordar que para mantener una buena salud auditiva es necesario evitar introducir objetos en el conducto auditivo, proteger los oídos de ruidos intensos y consultar a un especialista ante síntomas como zumbidos persistentes o pérdida auditiva.
Y con esto concluimos nuestro recorrido por la anatomía del oído humano, una estructura fascinante que no solo nos permite escuchar el mundo que nos rodea, sino también mantener el equilibrio y la orientación en el espacio. No olvides que conocer su funcionamiento te ayudará no sólo a comprender más su anatomía, sino también a cuidar mejor de tu salud auditiva.
Si deseas profundizar más, no te olvides de revisar nuestros artículos y unidades de estudio sobre este tema en nuestra plataforma. ¡Hasta la próxima y feliz estudio!